Soledad

by Carlos Patinho on domingo, 27 de diciembre de 2009


Micaela tiene ocho años, y una mamá que no existe, a su mamá le dicen "La Flor" y es de esas mujeres que tienen muchos novios: uno o más por cada noche, que llegan a casa de Micaela y duermen, y se van después de darle dinero a su mamá, viven cerca del zócalo y a Micaela le gustan los sábados cuando La Flor la lleva al centro y a pasearse entre gritadores y vendedores, sueños y dulces nuevos, pasan frente a catedral, pero nunca en la vida han entrado, por que a La Flor no le gusta como huele, por que a La Flor le da miedo entrar, por que a La Flor la abandonó el señor que vive allí adentro, por que para La Flor no hay dios.


Le decían La Flor, su nombre de verdad era Susana... algo, no recordaba su apellido, ni su cumpleaños, le calculaba al tanteo unos treinta años, nunca conoció a sus padres, pero había conocido a Don Octavio, ella tendría entonces unos doce o trece años, Don Octavio era una persona muy buena, que le enseñó como era el amor, y como uno tenía que buscarlo en las esquinas, era tan bueno Don Octavio con ella, la dejaba conseguir su dinero y amor afuera de su casa en la Calle de la Soledad, afuera tenía varias amigas, Juliana, La Morena, Moracha, Fer y las otras muchachas a las que Don Octavio les daba trabajo y amor, pero solo a La Flor la dejaba dormir en su casa, por que ella no tenía papás, y había vivido muy sola toda su vida, le decían La Flor por que para atraer a amantes una vez había salido a la calle con nada más que una rosa floreada roja en el sexo y dos pequeñas gardenias en los pezones.

La Flor una noche dejó entrar a su cuarto a otro amor, pero ya después de tanto tiempo descubrió que ella estaba vendiendo su amor, y le dio mucha tristeza cuando supo que iba a tener un hijo, ella no quería un bebe en un mundo como el suyo, desde que conoció a Eleonor, una mujer que trabajaba en una sastrería cerca de la calle de Tacuba, que le enseñó como se debía portar la gente, y lo que era bueno y lo que era malo, y se hicieron las dos muy amigas, ella había cambiado mucho de modos y ya ni le gustaba u trabajo, pero cada que le decía a octavo que se iba a ir, el le decía "Pero, ¿a dónde te vas a ir mujer? si no tienes familia ni amigos, y no vas nunca a encontrar trabajo" y ella se daba cuenta de que él tenía razón, pero Eleonor le hablaba de las cosas justas e injustas, le decía que no estaba bien, que a ella la explotaban, que si quería se fuera a vivir, aunque sea, al cuartito que había en su azotea, pero La Flor no se animaba.

Cuando ya Micaela tenía siete año de haber nacido La Flor se decidió a irse de casa de Don Octavio, su hija era tan bonita, no quería la vida de puta para ella, Micaela se despertó un siete de julio en la mañana, La Flor, su mamá, le estaba diciendo a Don Octavio algo, luego Don Octavio le gritó muchas cosas a su mamá, muchas palabras que Micaela conocía pero que su mamá le había prohibido repetir, por que Micaela era una damita y no debía decir esas palabrotas, ni debía sentarse con las piernas abiertas, ni debía comer con las manos, ni debía de comer parada, ni debía tener novio hasta que su mamá le diera permiso, luego, afuera, platos se rompen, se azota una puerta, se oyen pasos corriendo, la puerta del cuarto de la pobre Micaela se abre y el chorro de luz del pasillo se recorta con la silueta de una mujer que le grita cosas a Micaela, que ella no entiende por que está espantada, pero después de segundos Micaela escucha bien: "Hay que irnos hija, vámonos, agarra lo que puedas y corre conmigo hija, corre..." Micaela en automático se para corre a sus cajones y en su mochila , una mochila muy bonita que le había comprado su mamá, con la forma de la cabeza de un león, y peluche a forma de melena, mete todo lo que puede.

Salen las dos corriendo del cuarto, por el pasillo hacia la calle, al pasar frente a la puerta de Don Octavio, a un lado de la puerta, Micaela siente como su mamá la avienta afuera de la casa, Don Octavio con una destreza impredecible coge a La Flor y la sostiene mientras avienta la puerta y le echa el seguro, a la vez que ella grita: "¡Micaela, hija mía, corre, ve con Eleonor, corre, corre! ¡Micaela, hija, por favor!", Micaela corre hacía el trabajo de Eleonor, Sobre la Calle de la Soledad, hacia la de Correo mayor, sale disparada por la avenida hasta la calle de moneda, luego cruza el zócalo, no se percata de la bandera da la vuelta antes de llegar a la iglesia y corre a un costado de la iglesia hasta la calle de Tacuba, dos cuadras más, al lado de la relojería y Eleonor está en la puerta: "¡Eleonor! Mi mami te busca, que corras, que vayas a la casa te necesita" Elonor soltó todo lo que tenía en las manos y corrió atrás de la niña, volvieron la suficientemente tarde, solo había un montón de gente afuera de la casa y la puerta abierta, las piernas afuera, el cuerpo dentro.

-¿Es mi mamá?
-Si, es tu mamá...

De reserva / Reversa:

Desde el taxi recorriendo medio sueldo
veo al sol detrás viajando de mosca
llegando tarde a la chamba a chambear
en la 1ª Calle de la Soledad

Jaime López, La 1a Calle de la soledad
en la versión de Cecilia Toussaint:





N. del A: La Cecilia Toussaint siempre tan guapa, y si la conociera yo como esta en el vídeo: ¡Sí me caso!

Centros

by Carlos Patinho on lunes, 7 de diciembre de 2009


Me paro en el centro-raza
Dioramas ficticios se aprovechan de mi
en rededor de mi se levantan cercas y muros
hechos de herrumbre y óxido apiñonado
que son parte de lo que soy
que son míos como estas manos
estos pies

(el instante se detiene sigilosamente
para mirarme
y me mira)

Óxido-sangre
Herrumbre-carne
que voy deshaciendo en arduo combate
sin embargo los muros que me cercan nacen de mí)

Buscando
-sin hallar
nunca se halla algo
es la mejor forma de buscar-
algo
un queseyo
un noseque
un esto
un aquello
lo que sea que se busque


Rompiendo el óxido-pasado
(de allá para acá)
Con la espada-ella
(unos ojos [ella]
una sonrisa [ella]
una búsqueda en mi búsqueda [ella]
un algo [ella: Ojos claros
mejillas sonrosadas
puentes de carne y piel sus brazos
su cabello-sol en mi alma-noche
su boca pantera
pequeñísimos pies
cuerpo circular
-léase círculos donde deben estar,
usted no debe imaginarse un gran círculo
sino mucho círculos precisos en la forma de ella-])

Ahora casí no hay en el páramo herrumbre
ni óxido
sólo su centro
Ahora se alzan dos horizontes
que parecen uno solo
en el despertar de mi vida
Sólo esta l sol-ella
el tiempo-ella
el aire-ella

y a veces no sé
hasta donde ella
no es parte de mi
y hasta donde yo
no soy parte de ella.

De reserva / reversa:

-pero es solo los jueves
-pero hoy es jueves
-ya se, pero es solo los jueves
-¡pues vamos!
-Si quieren, pero ya les dije que es solo los jueves
-¡Si! ¡Hoy es jueves wey!