Karcino: No di mi don

Y si, sé que llevo un rato sin publicar algo, el presente es un post retrasado, muy retrasado, aunque no lo crean, he estado haciendo otras cosas, desde que tomé la decisión de abandonar el sedentarismo del escritorio, y excusar aquí y allá mi ausencia de la web.

En la últimas semanas, una noticia que nos ha desconsolado a todos ha sido, irrefutablemente la inane pérdida de Mario Benedetti, un ayo de generaciones de poetas, fiel hasta la muerte de sus convicciones, que eran correctas, y un eterno amante de la mujer como figura.

La muerte de Mario Benedetti viene a colapsar los versos planeados de los autores, miles lloran la muerte de su voz, por que no era su voz solamente, era también la voz de ellos, de ustedes, de nosotros, una de esas voces, que de ser tan nuestras, resulta de todos, por que raro el amante que lo conozca yq ue no haya apurado o echado mano de uno de sus versitos en elmomento de la principal exhaltación.

Quien ha oído uno de sus poemas al oido, sabrás de lo que habló, por que no es esa miel tan cursi de la que nos podría dar cuenta Bequer, tampoco es la perfección en la metrica que encontramos en los usuales clásicos, es algo más profundo, mas simple y más sincero, cuando uno lee a Benedetti, en cierta forma, es como leerse a uno mismo, y buscar en el alma a ese desdichado que es uno.

Con Mario muere uno de esos estandartes dignos de un estudio vexilológico profundo, por que como bien se sabe, Mario vivió todas las formas de la nostalgia, incluida la extranjería, el exilio atroz al que lo destino un gobierno de esos que el tanto lucho por derribar con palabras, éste post no es más que para referir la perdida moral y literaria tan profunda que representa la pèrdida del galardòn de los enamorados y esa voz que era de voces.

Un post dedicado a la memoria viva y la obra de Mario Benedetti, un escritor de todos.